lunes, agosto 18, 2014

"mensaje de una botella" -jaemin/minjae - ff.

¡He aquí otro! 

Este... este es completamente de mi EvyEvy, que siempre quiso que terminara de escribir "Palote" (nombre alternativo que se le dio a este ff), y aquí está: terminado, completamente<3 

¡Espero que lo disfrutes un montón, Evy! Está hecho con mucho, mucho cariño, mucho amogggg para ti<33 Si tiene ciertas partes extrañas, a mi defensa digo que estaba un poco/mucho melancólica el día que lo estaba terminando, pero pero pero disfrútalo, ¿vale? Uno de estos días me pongo a escribir el cómo se encontraron, tú sabes, tú sabes<3

Te adogogogo*-* 


Título: "Mensaje de una botella"
Fandom: DBSK/THSK/TVXQ
Pareja: JaeJoong/ChangMin
FanAutor: MizoRomi

Summary: Jaejoong solo sabe que quiere tener cerna, otra vez, a esa persona que escribió con tanto cariño esa carta importante para él.

Disclaimers: Echo sin fines de lucrar con el material. Todo lo hago por simple diversión.


Mensaje de una botella


«Te escribo desde siempre, desde antes de que existieras en mi diario vivir, la verdad es que aún no lo haces, pero eso es lo de menos. Te escribo con intenciones de que podamos llegar a toparnos. Te escribo para que respondas a esta carta que has encontrado. 

Si todo sale bien, como ha estado siendo planeado minuciosamente, lo más seguro es que esto haya estado en una botella y la has encontrado a la orilla de la isla en la que vives. ¿He adivinado? Gracias por hacer este capricho mío en algo real.» 

Jaejoong tuvo que levantar la vista hasta su costado. 

Esa carta entre sus manos ya la había leído tantas, tantas veces que ya recordaba cada punto, cada coma, cada mancha que el trozo de papel contenía. Se sabía las oraciones; la conocía al revés y al derecho. 

A su lado corría una muchacha de cinco años, cabello negro y ojos achinados, tanto como los propios. Las bolsas de sus ojos eran adorables al igual que su sonrisa que dejaba relucir unas paletas inexistentes. Jaejoong la amaba más que a nada. 

«Debes tener curiosidad y lo más seguro es que quieras saber quién soy, de qué me trato y si es que soy real y no una simple broma del destino. 

Hyung... (Sí, sé que eres un hombre y que eres mayor que yo; te lo dije, está planeado minuciosamente), quiero que vayas hasta la isla siguiente, preguntes por “Palote" y me busques. No me recuerdas como yo lo hago, pero nos conocimos hace poco más de siete años, convivimos un año casi completo y aún eres la persona más importante que conozco. ¿Sabes lo que me gustaría verte todos los días?»

Jaejoong suspiró con pesar. Estaba sentado a la orilla de las aguas de la isla en la que vivía. Sus rodillas tocaron su pecho y hundió su rostro en aquel hueco entre ambas extremidades. 

Quería... quería devolver el tiempo y permitirse a sí mismo tener más tiempo, uno que fuese suficiente para decir todo lo que no había dicho. 

«Digo que no me recuerdas, porque yo estaba demasiado entretenido en busca de insectos que no fuesen fácil de encontrar, estaba muy metido en la astronomía y en la geología. Hyung, sólo tenía 17 años, me encontraba en una etapa curiosa en la que no sabía qué hacer con mi vida.

Pero ni todas las estrellas, ni todos los insectos y mucho menos las investigaciones de fósiles, me ayudaron a que pasaras a segundo plano aun cuando ya no estabas a mi lado.»

Cada que leía esa parte no podía evitar reír. ¿Cómo iba a poder olvidarlo, si encontraba tan interesante cada cosa que decía? ¿Cómo iba a hacerlo si todas las mañanas se despedía de su madre porque iba a visitar a "su nuevo amigo a un par de cuadras"? ¿Cómo hubiese sido eso posible si aún después de que volvió a la isla lo único que quería era regresar a la otra? 

Un nudo se formó en su garganta.

«Hyung, yo te quiero, ¿sabes? 

Te pido perdón por todas las veces que te aburrí contándote investigaciones que a ti te tenían sin cuidado. Tal vez tu expresión era fingida, pero era la palanca que me ayudaba a seguir buscando... Te doy las gracias por dejarme siempre entrar al mundo de la astronomía. 

¿Te haces una idea de cuántas estrellas tienen tu nombre? Ni te lo imaginas.»

— ¡Jaaaeejoooong, me he mojado mucho el pantalón! 

Tuvo que levantar la mirada y carraspear porque esa niña de hebras negras se encontraba llamándolo para una emergencia: debía mostrarse fuerte. 

— ¡Yah, Changje, tienes que tener más cuidado! 

—Pero es que ha sido sin querer, oppa. 

Jaejoong negó con su vista y sentó a su “sobrina” entre sus piernas, sus brazos pasaron bajo los contrarios y sujetó a la niña como si fuese lo más importante que tenía. 

—Tienes que tener más cuidado. 

—Lo sé, tío Changmin también me lo decía mucho. 

Jaejoong apretó el agarre y hundió su cabeza en el remolino que se formaba en el cabello de la pequeña. 

—Lo recuerdo... ¿Lo extrañas, Changje? ¿Lo echas de menos? 

—Yo sé que va a volver pronto, pienso en eso cada vez que lo extraño, el sentimiento es menos intenso cuando lo hago. 

Jaejoong rió y negó con la cabeza un par de veces, sin embargo no hizo ademán alguno de alejar su rostro del refugio que había encontrado. 

—Te pareces mucho a él... 

—Siempre me lo dices, oppa. —Esta vez la risa de la niña se dejó escuchar. 

«Cuando llegues a la isla, quiero que hagas el esfuerzo de recordar un poco mi rostro, para que no te engañen llevándote a otro lugar que no corresponde. 

No todos me dicen Palote en la isla, otros simplemente me emplean el sobrenombre de Ermitaño, pero no creo que lo sea, ¿sabes? Solo me gusta observar las estrellas sin compañía, aunque la tuya no me molestaría. En realidad nunca lo hizo. ¿Recuerdas esas veces que te dije me dejaras solo? Creo que no podía ni con mis propios pensamientos.»

Jaejoong, así como se encontraba, rió y Changje levantó su mirada como pudo para observarlo de tal forma que se notaba la interrogativa en su mirada: ¿de qué te ríes? Pero Jaejoong no podía decirlo, no porque no pudiera o algo se lo impidiera, no, era solo que quería esos recuerdos para él, porque temía que fuesen esos los únicos que llegaría a  conservar. 

—Oppa... tío Changmin estará de vuelta en la isla pronto, ¿verdad? 

Jaejoong no supo qué responder a eso, sin embargo no fue suficiente para mantener su sonrisa lejos de su rostro. 

—Claro que volverá pronto, ¿recuerdas que siempre nos dice eso en las cartas? No puede engañarnos de tal manera, ¿verdad? —Jaejoong quería creer en sus propias palabras, en las palabras escritas por Changmin en las cartas y en los ojos llenos de esperanzas de Changje. —Pronto estará con nosotros de vuelta. Tiene que estarlo, un año es mucho tiempo para que esté fuera de casa. 

— ¿Crees que se esté divirtiendo allá donde está? 

— ¿Por qué no debería? Está mirando todas las estrellas que de aquí no se podían ver. ¿No estarías tú también contenta, eh? 

Changje rió ante las cosquillas que Jaejoong estaba haciendo en los costados de su cintura. Suspiró con pesadez poco antes de responder. 

—Tío Changmin dijo que mi madre estaba en una estrella, ¿la estará mirando? ¿Podrá hacerlo?... También me gustaría hacerlo... 

La voz de la niña se apagó al hablar y Jaejoong sintió culpa, culpa de no poder hacer nada para poder animarla, ni siquiera para poder decir que su madre la quería mucho, porque él jamás la conoció, lo único que sabía de la madre de Changje se basaba en que era hermana de Changmin y que había tenido un accidente que había acabado con su vida. Y de eso hace poco más de dos años. 

—Tu madre estará en dónde tú quieres que esté. ¿Te parece que esta noche salgamos a observarlas? No tendremos los instrumentos de Changmin, pero la noche despejada desde aquí también es idónea, ¿o no? 

Changje asintió con entusiasmo y Jaejoong sintió que eso era suficiente para sentirse bien, para decir que esta vez sí pudo hacer algo respecto al tema. 

Continuó sonriendo cuando Changje se acomodó en su regazo y continuaron viendo a la mar. A Jaejoong se le vino a la mente la inocencia de Changmin de esos primeros años que compartieron juntos en la otra isla, lo ingenuo que podía llegar a ser y lo inteligente a la vez. Changje le recordaba mucho de eso. Tal vez, por esa razón, es que la cuidaba tanto ahora. 

«Hyung, por favor, por lo que más quieras, no te pierdas en el camino. Si bien la isla es pequeña (o sea, el pueblo) no es tan fácil andar por ella. Solo sigue las instrucciones que te den los aldeanos, nada más ni nada menos. Llegarás al lugar en que siempre nos encontrábamos. ¿Te haces una idea de cuál de todos es? Siempre voy a mismo lugar, siempre me quedo ahí y, el día en que vengas, me encontrarás igual. No es nada difícil, te lo prometo.»

Después de unos minutos habían vuelto a la cabaña, aquella en la que se estaban hospedando desde hace unas semanas. Ellos en realidad vivían más al fondo de la isla, casi al centro de esta, pero Changje quería estar cerca de la orilla y Jaejoong no pudo más que consentirla. 

Mientras tomaban una merienda, algo bastante sencillo pues ninguno tenía gran apetito, conversaron de tantas cosas que dejaron temas inconclusos. Se enfrascaron “recordando mil cosas” (como había dicho Chanje en una oportunidad), planeando otras tantas y preparándose para salir en un par de horas más a la orilla de la playa para observar las estrellas. 

Changje fue hasta la habitación que estaba usando y se perdió en ella durante un par de horas. Jaejoong no fue hacia donde estaba, porque imaginó que querría tener su tiempo a solas. Además tenía que escribir una carta a su madre, una que dejarían en una botella de cristal y la dejarían flotar en el mar. 

— ¡Es una idea genial, oppa! ¿Mamá la leerá, verdad? ¡Estoy segura que sí! —Pasados dos minutos de haber dicho eso, la niña ya se había encerrado en su alcoba temporal. 

Jaejoong aún tenía en el bolsillo de sus bermudas la carta de Changmin, aquella que ya tenía muchos años de ser descubierta a la orilla de la isla en la que se encontraba. A paso lento, muy calmado hasta para su propio gusto, se encaminó hasta el lugar donde dormía. Se sentó en la cama con la carta en mano. Sonrió. 

«En esta carta podría escribirte un sinfín de cosas más, pero ninguna tendría mayor sentido, porque lo que necesito es tenerte en frente, poder tantearte el rostro con la mirada y, si me lo permites, con mis manos. Quiero poder bromear contigo como cuando éramos unos adolescentes, yo más que tú, pero siéndolo al fin y al cabo. »

Changmin no se hacía ni la menor idea de cómo Jaejoong deseaba lo que acaba de leer. Deseaba tener a Changmin cerca de él para decirle un par de cosas y quedarse con las ganas de decirle otras tantas. Quería ver los oscuros ojos de Changmin a través de sus gafas, detrás de ellas; quería ver de cerca cómo sus pómulos se alzaban al reír. Quería… Simplemente quería tenerlo cerca, nada más ni nada menos. 

« ¿Recuerdas esa vez que me dijiste que me querías y te miré con expresión de ‘estás realmente loco’? Por dentro en realidad no lo pensaba, porque una ilusa parte mía creía que aquel sentimiento que estaba naciendo no estaba solo y que tú tenías parte de él. Me excusaré diciendo que mi hermana siempre me hizo creer en el amor, hyung, ella es la que tiene la culpa. 

Te quiero seguir escribiendo, pero sé que no será necesario. ¿Vas a venir? Te estaré esperando con ansias. Pero te advierto que si te demoras mucho, tal vez yo vaya a cambiar de opinión. 

Bien, olvida eso, porque jamás podrá suceder. 

Como sea. Hyung, te estaré esperando, pero en serio: no tardes en llegar, no es la idea volvernos unos viejos.»

—Creo que ahora es mi turno de esperar, ¿no, Changmin? —Jaejoong suspiró. Guardó la carta en una botella que se notaba ya tenía sus años, sobretodo porque tenía un año anotado en ella. 


—Bien, Changje, ¿estás lista para mandar la carta?

La pequeña asintió con entusiasmo. 

Estaban en pleno verano, pero no eso quitó el hecho de que Jaejoong no dejara salir a la niña si no estaba abrigada como se debía: pantalones y un suéter lo bastante grueso como para decir que no era de la estación. Sin embargo, Changje no puso objeción alguna, ¿por qué lo haría?, no tenía sentido. 

—Entonces, Jaejoong oppa, ¿crees que a mamá le llegue, que pueda llegar a leerla alguna vez? 

Jaejoong estuvo a punto de reír por la inocencia de la pequeña. A veces, solo a veces, se parecía un montón a Changmin, incluso cuando creaba preguntas tan inocentes como esas. Sonrió, pues no se pudo contener del todo. 

—Si eso es lo que quieres, eso es lo que sucederá. ¡Ahora!: sube esos pantalones hasta tus tobillos, deja las sandalias aquí en la orilla y ve a dejar esa botella al mar. 

No tenía miedo de que fuera peligroso o algo por el estilo, pues las aguas de ese lugar no podían ser más tranquilas. Además, en esos momentos, no había más que olas pequeñas, muy pequeñas. 

Cuando Changje hizo lo que le habían dicho, se quedó parada unos segundos en el lugar en donde había soltado la botella; esta no estaba lejos, pero sabía que entrado unos segundos más no se vería ni con binoculares.

— ¿Sabes, oppa? Si tanto quieres que tío Changmin vuelva, ten por seguro que lo hará pronto, además tú mismo dijiste que estar un año fuera de casa es mucho tiempo, ¿no? Solo nos queda esperar. 

La pequeña le miró por sobre su hombro y Jaejoong no pudo más que reír. Le tendió la mano para que la tomara y ella, riendo y corriendo, no tardó en hacerlo. 

Antes de que se dieran cuenta ya estaban de vuelta en la cabaña. 

Era una costumbre que Jaejoong arropara a Changje antes de que durmiera y que le leyera parte de algún libro. Hace algunas noches había comenzado con “Tengo un monstruo en el bolsillo”. La historia trataba de una niña llamada Inés que se encontraba un monstruo en el bolsillo de su delantal. Era un libro bastante corto, muy pequeño, pero como no había leído mucho esas últimas noches, el avance no era mucho.  

Al terminar por esa noche, Jaejoong se llevó el libro hasta su pieza. Volvió a leer un párrafo que había llamado su atención:

"Yo lo que sé es que cuando lo veo me entra una especie de calorcito, como cuando una vuelve a casa en el invierno y se acerca a la estufa, y en la mesa hay pan con mantequilla y mermelada. También sé que a veces no lo veo con los ojos pero sé que está, como si pudiese verlo con el cuerpo. Y que, si se me acerca de sopetón, me equivoco toda, se me caen las cosas y se me mezclan las palabras... Eso me pasa."

Jaejoong estaba seguro, podía darlo por firmado, que él no se sentía muy distinto con respecto a Changmin. Se rió de sí mismo, así como estuvo riendo la mayor parte del día. Había sido buena idea releer esa carta que Changmin le había enviado hace tantos atrás. 

Miró desde su cama, ya acostado, la botella que contenía el trozo de papel que por la tarde había leído. Sonrió de forma leve, siendo aquello lo último antes de quedarse dormido completamente. 

Fue por esa razón que no vio el mensaje que había recibido minutos después, sino hasta la mañana siguiente cuando despertó. 


Jaejoong estaba hecho un lío, un verdadero lío y es que estaba pensando mil cosas mientras veía cómo llegaban los remolcadores al muelle de la isla. 

Hace una semana atrás había recibido un mensaje de Changmin que decía que estaría de vuelta ese día. Jaejoong toda la semana estuvo pensando en cómo reaccionar cuando lo viese. No es que hubiese pasado mucho tiempo (Jaejoong quería convencerse de que un año y meses no era mucho tiempo), pero era tan extraño… 

Cuando Changmin se había ido, el día anterior habían discutido, llegando al punto de estar a escasos segundos de tratarse con malas palabras. Cuando Changmin se fue ninguno dijo algo al respecto y, todo ese año en que se habían mantenido en contacto por medio de correos, no había rastro alguno de rencor por parte de ninguno de los dos. Sin embargo eso no quitaba el hecho de que Jaejoong no sabía qué hacer cuando lo viera. 

Si no hubiese pasado todo eso, estaría seguro que al segundo de verlo se le tiraría encima, poco importándole que tirara lejos todos los instrumentos del menor. Sí, en realidad, le daría lo mismo, porque todo eso no tenía importancia si Changmin estaba entre sus brazos y su propio rostro hundido en el pecho del más alto. 

Suspiró. Pero era todo tan, tan distinto (según él). 

Bajó su mirada hasta sus pies, los cuales no tardaron el dar pasos cortos hacia adelante y hacia atrás, como si de un infante se tratara. Jaejoong ignoraba por completo que estaba siendo observado desde hace un par de minutos atrás; ignoraba que la persona que lo observaba tenía una sonrisa bailando en sus labios y es que no creía que el otro aún no hubiese notado su presencia. Tampoco estaba al tanto de que esa persona exhaló con exageración y se acercó a él con actitud resignada. 

Jaejoong ignoró todo eso hasta que escuchó la voz de la única persona que quería escuchar. 

—Si sigues pensando de esa forma, en lo que sea que estás pensando, el cerebro te va a explotar, hyung. 

Jaejoong no necesitaba que le dijeran que quien estaba frente a él era Changmin, con el cabello un poco más largo, sujeto en una coleta, sí, pero Changmin al fin y al cabo, porque ese sarcasmo, en ese tono de voz, no podía ser de otra persona más que de él. 

Changmin abrió sus brazos, dejando sus maletas en el suelo junto a unos folios extras que Jaejoong no había visto antes en su vida. Vio como el menor se encogía de hombros y hacía una mueca clara de interrogación. 

Jaejoong no necesitó que el otro dijera algo más al respecto, pues ya sabía qué era lo que tenía que hacer. 

—Pensé que no me ibas a saludar, hyung. —El tono de su voz fue divertido, no burlesco, solo divertido. Jaejoong lo notó con facilidad al estar tan apegado a su cuerpo. Changmin no había hablado, solo susurrado. Eso también lo notó por la cercanía. Por eso adoraba tenerlo tan cerca. 

—No sabía qué tenía que hacer. Estaba pensando en cómo saludarte. 

Changmin rió y Jaejoong no tardó en hacer lo mismo. 

—Siempre piensas cosas que no deberías pensar, hyung, eso te va a pasar factura cualquier día de estos.  

— ¿Lo crees? 

—Estoy completamente seguro. 

—Entonces ya no me des razones para pensar de más —Jaejoong se despegó lo suficiente para hacer chocar su mirada con la otra, esa que se escondía tras unas gafas muy distintas a las que había visto la última vez. 

—No me culpes por completo del arranque de ira que tuvimos ese día, no es justo de tu parte —al mayor no le extrañó el hecho de que Changmin no hubiese usado la palabra hyung en toda aquella oración. 

—No te culpo, no lo puedo hacer, pero es por eso que estaba pensando de más. —Si eso era una excusa, no era nada, nada convincente. 

— ¿Y si lo dejamos así? Hyung, no te vi en casi dos años e intercambiar opiniones sobre lo que pasó ese día no es lo primero de lo que quiero hablar contigo, ¿sabes? —Mientras hablaba Changmin acercó su frente hasta la del mayor y las juntó. Sonrió acto seguido. 

Hubo unos segundos de completo silencio entre ambos. Cuando Jaejoong miró de reojo a ambos lados se dio cuenta no había tantas personas como hace unos minutos atrás. 

—Changje está esperando a verte. Está tan entusiasmada que se quedó en casa haciendo un cartel de bienvenida para ti. 

Jaejoong se maravilló por la leve carcajada que Changmin dejó ir al momento que se separaba levemente. 

—Esa niña nunca dejará de sorprenderme, igual que cierto alguien que tengo frente a mí en este momento. —Esta vez ambos rieron. 

En un segundo determinado, uno en donde Jaejoong no había alcanzado a ver lo que el menor haría, este había tomado su barbilla, la había alzado y había juntado sus labios en un efímero contacto. Jaejoong no se opuso a él, sino que todo lo contrario: alegó por su mínima duración. 

—Te extrañé, ¿sabes? Te extrañé desde el momento en que te fuiste. Por mí… por mí te hubiese escrito y llamado un montón de veces en el día, pero no podía. ¿Sabes todo lo que me tuve que contener?

Changmin esta vez solo sonrió. Jaejoong vio cómo sus pómulos se alzaron y sus ojos adoptaban esa forma asimétrica tan característica. 

—Pero ya estoy de vuelta. No te tortures y tampoco frunzas el ceño, te saldrán arrugas. Ya llegué y no me iré, eso te lo prometo. 

— ¡No me salen arrugas! Aún estoy joven como para que eso me suceda, señor Shim. 

—Lo que tú digas, hyung, lo que tú digas. 

— ¿Y cómo es eso de que ya no te irás más? Explícame. —Jaejoong le miró de forma directa a los ojos. Entrelazó su mano derecha con la izquierda del más alto. Este no dijo nada al respecto, solo correspondió al pequeño enlace. 

—Creo que reaccionaste muy tarde a eso que dije. Te explicaré de camino a casa. ¿Me llevas los portafolios? He traído nuevo material. —En respuesta, Jaejoong los cogió y los llevó bajo su brazo. Changmin por otro lado tomó su maleta con la mano libre. 

— ¿Y por qué no me explicas ahora? Será lo mismo aquí a como lo hagas en casa. Además, quiero salir de la duda. 

—Tú siempre tan curioso, ¿verdad? —Jaejoong asintió y Changmin rió—. Lo que oyes, no volveré a viajar, no por un largo tiempo. A la próxima me los llevo conmigo. A ti y a Changje.  

—Me gusta cómo suena eso y estoy seguro que a Changje también le gustará mucho. ¡Hay que contarle en cuanto lleguemos a ca-…! —Sus pasos se detuvieron de forma abrupta cuando el menor dejó de caminar tan repentinamente. Jaejoong le miró de forma interrogativa. 

La verdad es que Jaejoong no iba a recibir alguna respuesta verbal a su pregunta inexistente. Changmin solo se dedicó a acortar el espacio que había entre ambos, dándolo por finalizado cuando sus labios, otra vez, se encontraron con los del mayor. A diferencia del beso anterior, este no tuvo nada de efímero. Jaejoong se atrevería a decir que logró percibir el sabor a café que estaba impregnado en la boca del otro. Cuando se separaron, Changmin habló: 

—Te amo, que no se te olvide. Que te extrañé cómo no te imaginas, en todo este tiempo, ni siquiera lo dudes, ¿entendido? Tampoco se te puede olvidar el hecho de que ya estoy de vuelta y que no te desharás de mí tan fácilmente. 

A veces Jaejoong pensaba que con Changmin se había ganado la lotería. Ese momento era una de esas veces. Como respuesta a todo lo que el menor había dicho, Jaejoong susurró un te amo que fue más que suficiente para Changmin. 

—Por cierto, oficialmente, hay una estrella que tiene tu nombre. Me encargué de hacer todo lo necesario cuando estaba por allá. 

Después de que Changmin le entregara un papel con la posición de la estrella, Jaejoong perdió la noción de todo. Cuando volvió a ser consciente de lo que pasaba, ya se encontraba frente a la cabaña y Changje estaba en los brazos de su tío, con los ojos llenos de lágrimas, lágrimas que Jaejoong sabía no eran de pena sino que de felicidad. 

Jaejoong sabe que ya no puede pedir más cuando la pequeña le pregunta a su tío que si ha visto a su madre y este le responde que está tan hermosa como siempre. 

Definitivamente, en esos mismos instantes, no podía pedir más. 

3 comentarios:

  1. Muy bien.
    Estoy lista.
    Creo que las lagrimas se han secado... No, espera, allí están otra vez. Ahhhhhhhhhhh.
    Romi, ¿tú sabes cuantos años he esperado por ésto? Han sido años, señorita e_e (?)
    JAJAJAJA.
    ¿Qué puedo decir? <|3.

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    1. Me has dado en el corazón, directo al corazón. Mi corazón estaba presionadito mientras leía Palote y es que....¡Imposible!


      Vamos por partes:
      ¿Sabrás cuantas veces me he leído esa carta? Desde el principio hasta el final... durante muchos momentos de mi vida. ¡Representa mucho! ¡Me gusta bastante! No puedo expresar realmente lo mucho que me gusta... Me sé como empieza, como lo sigue, como termina. Podría decirte los primeros párrafos de memoria.

      Después, ¿sabes? Se ha significado mucho que me lo hayas dedicado... Mi Palote (escrito, mío, ah me lo adjudicaba,jejeje) , "Mensaje de una botella". ¡Ha pasado mucho para ver como terminaba la historia!
      No puedo decir lo mucho que me ha gustado.
      No puedo y no porque este escribiendolo(????). ¿Sabes? Leyendo ésto, me dan muchas ganas de estar allí contigo, y abrazarte muy fuerte, Romi.

      ¿Que te puedo decir de la historia?
      Ha sido perfecta. Citaría cada palabra. La escribiría en mis viejas libretas de frases preciosas.
      La redacción... tú sabes que escribes hermoso.

      La forma en la que se reencontraron, el como Jae estaba preocupado de como reaccionar por verlo después de ese tiempo y como no se habían despedido muy bien (esa parte me salto una lagrimita...) Y como Changmin lo ve y dice y de pronto lo besa.

      "—Te amo, que no se te olvide. Que te extrañé cómo no te imaginas, en todo este tiempo, ni siquiera lo dudes, ¿entendido? Tampoco se te puede olvidar el hecho de que ya estoy de vuelta y que no te desharás de mí tan fácilmente."

      ¿Pensé muchas cosas, sabes? Ha sido lo más bonito.

      Es mi nuevo favorito, junto a muchos otros escritos tuyos.

      Gracias, Romi.
      Te quiero mucho. Y además, te extraño mucho también <|3.

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Adelante ☺