lunes, mayo 25, 2015

"Expect" - Larry Stylison - ff.

La verdad es que no puedo recordar cuándo fue la última vez que escribía 'tanto' de una sola vez. La verdad es que esto lo publico porque quiero tenerlo aquí, porque en realidad dudo que alguien se pase por estos aldos. Esta cosa ya está llena de telarañas, por deoj, pero nada que no se pueda arreglar.

Un día de estos prometo a dejar cómo me ha estado yendo y todo eso. Solo adelanto que estoy feliz. Muy, muy, muy feliz con todo.

Esta es la primea historia que trato de hacer de esta pareja, otra razón pro al que dudo que alguien lo lea. Sé que este grupo, de entre las personas que me leen, no es del todo querido, así que... si lo leen: espero que lo disfruten, y si no lo leen: me encantaría que le dieran una oportunidad jaja ♥

Disfrute quien lea< 3


Título: "Expect"
Fandom: One Direction
Pareja: Louis/Harry
FanAutor: MizoRomi
Advertencia: Extremadamente meloso y puede que un poquitín de OoC.

Summary:  Harry es débil, él lo sabe. Es un soñador, también es consciente de eso. Pero por sobre todo es un miedoso y espera, realmente espera, juntar el valor suficiente para decir lo que tiene como un verdadero nudo en la garganta.

○ Fluff.

Disclaimers: Hecho sin fines de lucrar con el material. Todo lo hago por simple diversión.







Harry es un soñador desde que tiene memoria. Podría culpar a su madre por aquella característica suya, pero no tiene el valor, no cuando lo único que quería la mujer era que él prestara atención a las estrellas, a la ciencia, a la astronomía. El plan no había salido así realmente: Harry se había convertido en un soñador sin reparo, un soñador con metas que comenzaron a forjarse desde que pudo leer de las enciclopedias, de los libros que su madre tenía en una pequeña biblioteca improvisada bajo la escalera de su casa. No eran muchos libros pero fueron su comienzo.

El muchacho creció rodeado de una atmósfera de cariño y apoyo incondicional que fue gracias a su madre y hermana; tuvo que aprender a crecer con una imagen paterna casi ausente (casi, porque la veía cada quince días por un fin de semana completo, eso cuando no se presentaba una reunión imposible de evadir). Harry aprendió que los sentimientos y los valores son importantes, que si en algún momento de su vida tenía que elegir entre tener la razón y ser amable, la segunda opción era la mejor por lejos –siempre la escogía–. Le enseñaron que al momento de querer no se hacían diferencias –daba gracias a ello–, y aprendió que ayudar a los demás dejaba un calorcito en el pecho bastante agradable.

Pero, muy a su pesar, su cuerpo era un poco cruel con todos sus deseos (viajar por sobre todo): era débil. Harry se enfermaba con mucha frecuencia cuando aún no alcanzaba a cumplir los diez años. Las cosas no mejoraron mucho cuando superó esa edad sin embargo, solo se pusieron un poquito peor, como decía su madre. Pero era algo con lo que podía vivir. Muchos medicamentos tal vez, pero nada que un buen vaso de agua no pudiera hacer más llevadero. Harry tuvo que aprender, casi a la fuerza, a ser optimista.

A veces prefiere no salir de su casa y quedarse mirando las estrellas que están pintadas en el techo de su habitación; le es más atractivo buscar una frase en un libro cualquiera y luego escribirla en su «rincón de las frases célebres», nombre que adoptó el rincón de la pared que está al lado de su escritorio. Harry tiene casi 17 años y su mayor atracción es sacar fotografías desde la ventana de su habitación, esa que da a la calle y que deja una vista perfecta de las personas que pasan por la vereda. Le gusta coleccionar momentos en otra de las paredes de su habitación, la que está a los pies de su cama.

En ocasiones discute con su madre por no salir a disfrutar de su adolescencia. Ella le dice que sus defensas han mejorado con el curso de los años, que ya puede incluso trasnochar e ir a alguna fiesta (siempre y cuando no se exceda). Pero Harry sabe que eso no es del todo verdad, porque cuando no duerme las horas suficientes por quedarse leyendo un libro, al otro día se siente débil y sus ojeras son más pronunciadas de lo que le gustaría que fueran. Recibe muchos regaños por eso.

Harry es un soñador, lo sabe bien, le gusta. Su mejor amigo también lo sabe y lo acepta. Su mejor amigo pasa las tardes recostado en la cama mirando las estrellas que están pintadas en el techo, diciendo que podrían hacer sus propias constelaciones y nadie se enteraría de ello. Harry sabe que Louis también es un soñador, pero que lo oculta de las personas, menos de él.
A veces Harry solo espera que ser soñador le ayude a juntar la valentía suficiente para decir todo lo que se le queda como un nudo en la garganta cada vez que ve a Louis reír y casi revolcarse sin razón aparente. Harry espera que esa característica suya le ayude a camuflar la mirada cargada de ternura que le dirige a Louis cada vez que este sale con alguna loca idea.

— ¡Vas a ver, Hazza! El día en que ya no necesites de tus medicamentos y dejes de cuestionarte si le tienes miedo o no a las alturas, tú y yo iremos directo a andar en un globo aerostático.

Pero lo que es más esperado por Harry es ser lo bastante fuerte para durar muchos años; espera que su cuerpo no se ponga débil de un día para otro y que no le permita levantarse de su cama (como sucede cada invierno), pues sería algo que no podría soportar, no cuando todos sus cercanos se preocupan y le prestan más atención de la quiere tener. Mucho menos cuando Louis opta por quedarse a alojar en su casa, con un saco de dormir y algunos cambios de ropa, porque «—Harry, estás muy débil como para que yo pueda dormir en paz en mi habitación. Quieras o no, yo me quedaré aquí. Anne ya lo permitió y mi madre no está realmente en contra».

Harry no quiere ser malinterpretado, él realmente aprecia la preocupación de su mejor amigo, pero no puede con las ojeras que ve en Louis al otro día en la mañana porque no durmió en toda la noche debido a los quejidos de Harry al moverse demasiado brusco o cuando se destapa al sentir calor en una fría noche de invierno.

Es en esos instantes en que el optimismo se esfuma y Harry no puede evitar pensar que no es mucho el tiempo que tendrá para apreciar los pequeños momentos que tanto le gusta coleccionar, que tal vez no podrá juntar el dinero por sí mismo para conseguir la guitarra que ve todas las mañanas cuando va en busca de un pastel a algunas cuadras de su casa. Tiene miedo de no juntar la valentía para tomar la mano de Louis y decir lo que ha querido decir desde hace meses, como que por ejemplo tiene un color de ojos precioso que no le hacen juicio a nada, que adora las arrugas que se forman alrededor de los mismos y que, aunque lo niegue y regañe, gusta del olor a cigarrillo que trae en sí de vez en cuando.

Tal vez no lo ha dicho abiertamente, pero Harry es un miedoso desde que puede recordar. Tiene miedo a un montón de cosas, pero principalmente a no aguantar lo suficiente. Teme no cumplir sus sueños (que no son muchos, pero que sí significan bastante). Tiene miedo de dejar todo atrás, porque no quiere dejarlo.

Si tiene que ser realmente sincero: no quiere dejar a Louis, porque Harry es un soñador y cree que si dice lo que siente las cosas no saldrán mal, que le van a aceptar, que gran parte de su lista de deseos será tarjada de una vez cuando diga todo. Por eso Harry respira hondo y con sus manos echa hacia atrás sus rizos que no le deja ver bien.

No está solo en su habitación. Está sentado en el suelo con su espalda apoyada en el costado de la cama y su cabeza, de forma incómoda, hacia atrás para no despegar la vista del techo, de sus preciadas estrellas. Louis a su lado está exactamente igual. Sus brazos descansan flojos a sus costados y se siente bien. Muy bien porque Harry siente que ha juntado la valentía que hace meses anda buscando.
Vuelve a suspirar como si de pronto eso fuera lo único que supiera hacer. Louis a su lado ríe por lo bajo haciendo que de una u otra forma Harry sonría, aunque su sonrisa no llega hasta sus ojos porque el nerviosismo es mucho más grande.

— ¿Has pensado en el nombre de nuestra constelación, Harry?

—Hum, no realmente. Sabes que no soy muy ingenioso con esas cosas.

— ¿Siquiera has hecho un esfuerzo?

— ¿La verdad?... no.

Louis bufa, Harry ríe. Ninguno despega la vista del techo a pesar de que el dolor en sus cuellos está apareciendo de a poco.

—Tienes que ayudarme también en esta tarea, Hazz. No puedes simplemente sentarte y esperar a que yo haga todo el trabajo, eso no es justo. —Harry se ve con todo el derecho de soltar una leve carcajada. Louis está siendo exagerado, de modo que no está enojado como sus palabras habían querido transmitir. ¿Cómo lo sabía? No por nada lo conocía hace más de tres años.

—Tienes razón. ¿Y qué tal tú? ¿Has pensado en un nombre?

Harry esta vez gira su rostro en dirección a Louis que está batallando con su flequillo, tratando de arreglarlo, cosa que es prácticamente imposible. Harry no hace más que sonreír.

—Tampoco. No he estado muy creativo estos días. ¿Pero sabes? Estaba pensando recién que simplemente podría ser Louis más Harry.

— ¿Louis más Harry? ¿Qué clase de nombre es ese?

—Lo aceptas o lo aceptas, tú no has pensado en nada así que ni derecho tienes a regañar.

“Touché”.

— ¿Y cómo irá escrito? ¿Así ‘Louis más Harry’? Eso no suena muy atractivo, Lou.

Louis en respuesta chasquea la lengua, tomando el cuaderno y lápiz que habían estado usando hace algunos minutos atrás. Harry mira atento cada movimiento del otro, tratando –en vano– no mostrarse tan interesado.

Louis+Harry y un par de corazones –que no parecen corazones según Harry– le acompañan aquí y por allá, bastante desordenados para su gusto, pero no dice nada al respecto. Levanta una ceja en son de interrogación a su castaño amigo cuando éste le muestra la hoja; quiere que le explique.

—Podemos colocar esto en un papel, con mejor letras y decoraciones, y luego pegarlo en el techo para que se note que es el nombre del universo de estrellas que tienes ahí arriba, ¿no te parece lo bastante obvio?

Harry siente esa necesidad de reír fuerte, pero no puede hacerlo, no cuando Louis se ve tan entretenido y feliz con esa perspectiva tan infantil de pegar en el techo un trozo de papel solo para nombrar las estrellas que están pintadas. Harry también siente la necesidad de rodearlo con sus brazos  como si su vida se fuera en ello, pero de pronto sus brazos se sienten muy pesados.

—Me gusta la idea, pero hay que empezar hacerlo pronto antes de que nos ataquen otros nombres y tu idea se venga abajo antes de que siquiera te des cuenta.

—No serías capaz, Styles.

—No me retes, Tomlinson, porque no respondo.

—Bien, bien, tú ganas esta vez. Nada de más ideas, este nombre se queda. —Antes de Harry se dé cuenta, Louis ya está de pie buscando entre las cosas del primero algo que les pueda servir para llevar a cabo su plan.

El rizado se ve tentado a coger su cámara y sacar una foto a todo lo que Louis haga dentro de la próxima media hora y no es mucho lo que se contiene. Louis al principio se ve reacio a que le tomen fotografías, pero pronto se encuentra posando y haciendo muecas cada vez que Harry presiona el botón de la cámara. Harry solo quiere que esos minutos sean eternos y de que su valentía no se vaya tan pronto como ha llegado.

Cuando Harry decide que ya ha sido suficiente, Louis está sobre su cama pegando el papel en el techo –no sin antes haber una y mil vueltas en ella buscando el lugar perfecto–. Harry vuelve a suspirar, se recarga en su pared llenas de fotografías y entrelaza sus manos tras su espalda. Está sudando, está nervioso y sabe que su lengua se va a trabar. Tiene miedo.

—Lou.

— ¿Hm? ¿Qué necesita el señor Styles?

Cuando Louis se cruza de brazos aún sobre la cama y le regala una sonrisa que sí llega a sus ojos y hace que estos se vean más celestes de lo normal, Harry sabe que no lo va a perder pase lo que pase, que no está dispuesto a dejar a Louis atrás.

—Creo que me gustas más que leer los libros de la pequeña biblioteca de mi madre y te amo más de lo que amo sacar fotografías, Lou.

Harry solo espera, cuando cierra los ojos, que ser soñador esta vez no le haya fachado. Y sabe que no es así cuando siente los brazos de su mejor amigo rodear su cintura y como oculta su rostro en su pecho.

—Creo que estamos en las mismas, Harry, exactamente en las mismas.

Y es todo lo que Harry necesita para soltar un suspiro de tranquilidad y darse realmente cuenta que el que nunca lo dejaría atrás es el que ahora está empuñando sus manos en su camisa favorita.

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